domingo, 16 de octubre de 2016

A MI DIVINA MADRE LA VIRGEN DE LAS MERCEDES Y A SU ORDEN REDENTORA - Obra premiada con la flor de oro, en el certamen literario 1918

A mi Divina Madre la Virgen de las Mercedes y a su orden redentora

(Premiada con la flor de oro y declamada por su autor en la Repartición de los premios del
certamen)

Oda: Composición poética lirica de tono elevado, que generalmente ensalza algo o a alguien. Real Academia de la Lengua.

Oda

Presta ¡ Oh, madre! A mi voz las armonías
De los celestes coros,
Ya que jamás humanas melodías
Bastaran a ensalzar tus augustos nombre;
Podrá, quizás, el hombre
Hacer vibrar los órganos sonoros
Y la sublime música a raudales,
Derramar por los ámbitos del mundo,
Cual rítmica cascada
De notas inmortales,
Más, no podrás exclamar la voz del arte;
“Madre, te dí lo que esperaba darte”.

Dame para mirarte luz divina;
Que tu faz opalina
Talvez calme esta sed que me devora
De belleza inmortal, flor de mis flores;
Será entonces, la paz a mis dolores,
Será un claror de aurora,
Un despertar de ensueños,
Un balbucear de frases amorosas
Y un deshojar de pétalos de rosas.

Y estando junto a ti con santo anhelo
Sintiendo palpitar en mis entrañas
La inmensidad de un cielo,
Al saber que eres lumbre en las cabañas
De los que sufren la orfandad y el duelo,
Con arpegios de llanto,
Con rumores de risa
Estallará mi más robusto canto.

“Virgen de las Mercedes,
acoge con agrado el canto mío
y mi plegaria escucha,
yo en tus bondades y en tu amor confío;
tu nombre nunca en vano,
en esta eterna lucha,
invocaron los labios del cristiano;
hijo de un pueblo soy del Occidente
que desde “cuatro siglos “ reverente
te aclama sin cesar, su voz resuena,
en el valle, en la cumbre y en el llano,
de melodías llena.

Al contemplar tu faz alabastrina
Un mundo de recuerdos me encadena
Y me liga a tu historia:
Pienso en la noche que tu voz divina
Se oyó para terror de la agarena
Gente, luego se agita en mi memoria
Del “insigne Correa” la figura, o el “querido Rendón” (*)
Que un pueblo entero de “Arauco Apóstol” le llamo
Sincero.

Ante tu altar tomó su sacra enseña
El abnegado Padre de la Peña,
Dejando el mundo por vestir tu sayo.
También viste ante ti caer de hinojos
A Villagra, Rodrigo de Quiroga
Y a otros mil esforzados capitanes.
En el temblor de Mayo
Y en todos sus afanes
Santiago a ti volvió sus tristes ojos…

Al emprender su rústica faena
El labriego te invoca, es su alegría
La que alimenta la oración serena;
Y en la ciudad, al despuntar el día
Hijo y Madre, los dos con ansias santas,
Acuden a tus plantas,
Bálsamo a toda herida
Y a toda contingencia de la suerte,
Él rezar para emprender la vida,
Ella a rogar para alcanzar la muerte.

Podrá negarte una plegaria el hombre,
Que anció el placer y que asaltó el hastío,
Labios impuros blasfemar de todo
Negar tu vida o maldecir tu nombre;
Podrá el ateo con furor impío,
Hacia los cielos levantar del lodo
Su maldecida mano;
Más, no por eso amenguará tu gloria;
El agua evaporada del pantano
No mancilla jamás la enhiesta nube,
Que hacia la cumbre sube,
Y corona la cima más altiva
Con su nítida albura,
así la injuria que lanzo a la atura
la impiedad sensitiva,
no alcanza nunca a lastimar tu frente
en la región donde el dolor terreno
nunca batió sus macilentas alas;
en la región de las eternas galas
donde reina sereno,
escuchando el cantar de los cantares
Mi Jesús Nazareno.

Virgen de las Mercedes: ¡ Dios te Salve ¡
A tu paso los átomos se agitan;
Mil soles y otros mil en tu camino
Has eclipsado en tu raudal divino;
A tus pies nos invitan
Tus bondades sin fin y tus favores,
Tu nombre bien lo dice;
Y un cantar en la sombra te bendice:
Son los hombres que saben de ternuras
De tus viejos amores:
Son todos los que amaron las dulzuras
Del vivir ignorados, bendecidos
tan sólo por aquellos redimidos
en la tierra africana;
Son tus hijos mejores,
Mercedarios los llama nuestro siglo
Y el corazón los llama redentores
De todos nuestros males y dolores.

Virgen de la Mercedes ¡Dios te salve!
¡Salve! Repite el indio que altanero,
bronceado al sol y al viento,
hizo temblar al universo entero;
¡Salve! Exclaman los siglos y naciones,
resonando su acento
en todos los humanos corazones:
desde la selva tropical que encierra
 todo el fuego y la savia de la tierra,
a la región inerte, de los témpanos fríos,
donde la vida se rindió a la muerte.

Virgen de las Mercedes ¡Dios te Salve!
“Antigua” te llamaron mis abuelos,
reina te llamo yo de mis anhelo:
si eres fuente de amor en mi camino
de errante peregrino;
Serás rayo de luz para mi mente,
Serás rayo de sol para mi frente.



Oscar Gajardo Villarroel
( Lux)

 (*) Los Padres Correa y Rendón, primeros apóstoles de Chile. 




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